domingo, 3 de junio de 2012

República Checa, el pueblo eternamente invadido

República Checa, el pueblo eternamente invadido.

Lunes 28 de mayo de 2012

¿Les comenté qué el Extol Inn. no es un hostel? No importa en realidad por qué es que el Extol Inn estaba en la página de reserva de hostels, pero lo estaba, por 19 euros la noche por persona incluye un desayuno bufete de chuparse los dedos.
Allí estaba yo con un tazón del tamaño de una palangana de plástico cargándole cereales con pedacitos de fruta y pasas de uva, luego un par de cucharones rebosantes de yogur natural y 3 vasitos individuales de miel para endulzar, lo único más grande que todo eso, mi sonrisa.
Con qué poquito el tipo es feliz.
El tazón a un lado, llegó la hora del jugo de naranja, los vasos pequeños me hicieron levantar unas diez veces, un par de refuerzos con mucho fiambre y queso; por último, el infaltable café con leche con un buen pedazo de torta.
Desayuno excelente.
Salimos raudos hacia el punto de encuentro del Free Tour, allí estaba Tomás, español, estudiante de cine e historia, un flaco desgarbado por el cual no das dos pesos, pero apenas abrió la boca y comenzó a contarnos con tanta pasión la historia de República Checa se ganó toda nuestra atención.
Imposible que yo recuerde los avatares, las idas y venidas de reyes, imperios, emperadores, ocupación nazi y ocupación rusa, lo que si me quedó claro es que el pueblo checo ha estado invadido siempre, hasta el punto de casi perder su identidad, los obligaron a hablar en alemán, también en ruso y casi pierden su lengua. Sufrieron genocidios, fueron convertidos al catolicismo, aunque hoy más del 70 por ciento de la población es atea, Tomás dijo: "en el siglo XX las mujeres que no violaron los alemanes las violaron los rusos", el grupo seguía a Tomás mientras caminábamos por las calles de Praga, unos conversando, otros sacando fotos, yo pegado como estampilla preguntando.
Como en todos los free tour al terminar nos pone al tanto de todos los otros tours que tiene la empresa y nos enteramos del Tour de la cerveza, para el cual sacamos inmediatamente los tickets, los demás veríamos después, ya teníamos una buena impresión de la ciudad y nos ha gustado esto de descubrirlas andando.

Estoy en Berlín, una semana ha pasado desde que hicimos el tour con Tomás, quisiera contarles todo lo que vi y me arrepiento de no haber seguido escribiendo a diario, pero es que el cansancio se fue acumulando y a la noche, en la hora de escribir, me dormí siempre sin poder oponer resistencia.

Vuelvo al lunes en Praga, después que nos despedimos de Tomás nos quedamos recorriendo el centro, buscábamos como en todas las ciudades nuestro trofeo, un imán para poner en la heladera, que no excediera los 2 euros, estas han sido nuestras compras.
Buscábamos en las callecitas laterales, resulta que siempre son más baratas que la vía principal, aunque ahí en el centro de Praga es difícil restarle importancia a alguna calle; me topé con un puesto de venta de recuerdos y encontré el imán que buscaba, Analía se metió en un comercio al lado de éste, me dejó solo, error que no volvió a cometer.
Meto la mano en el bolsillo, ni una sola corona checa, ellos, los checos, no aceptan euros, miré para todos lados y justo pegado un cambio, con dos carteles muy grandes como casi todos ellos, en uno dice: «0% de comisión» y en el otro, las distintas monedas con su precio de compra y venta, el euro a 24,65, no es el mejor precio pensé pero sirve.
Saco el único billete que tenía en la billetera, uno de 50 euros, el resto lo llevo en una especie de sobre de tela que Analía me dio, va metido en el costado de mi pierna sujeto por un elástico y el calzoncillo, en caso de robo por lo menos me voy a quedar con la satisfacción de que me van a manosear bastante.
Bien, como les decía, saco el billete y le pregunto si la cotización que está en el pizarrón es la correcta, me habla en checo y me hace señas de que le de el billete, es un cambio, vidrio de protección, comercio establecido, no se me ocurre que el checo hijo de puta me va a recontra cagar, me devuelve 850 coronas checas, me quedo parado, cuento de nuevo, no entiendo nada, se me hace difícil hacer una cuenta porque la sangre ya la tengo en el ojo, atino a pedirle un recibo, lo sella, lo firma y me lo da, leo los números y solo entiendo que dice 17.
Entra Analía, yo ya le estoy diciendo en español que es un hijo de puta y que me está robando en mi cara, ella le pregunta en inglés cual es la cotización y el tipo se hace el que no entiende y por ahí suelta en un perfecto inglés que la cotización del pizarrón es para cambios mayores a 3000 euros; salto y pataleo, le digo que en ningún lado dice eso, que le devuelvo el dinero y que el me devuelva mis 50 euros, se retira del vidrio, y solo mueve la cabeza diciendo no, me vuelvo loco, le hago la seña internacional con el dedo y le empiezo a gritar ¡Fuck you!, el tipo, evidentemente acostumbrado, esboza una leve sonrisa, se encoje de hombros y nada más, pero por supuesto, para calentarme aún más, entra un hindú de los que cambian en la calle, se ríe y no se en que mierda habló pero le entendí clarito: «¡a llorar al cuartito!
Me afanó 400 coronas en 1250, un descaro.
Analía trató de calmarme, pero no pudo, estaba enceguecido, salí caminando hacia el hotel y me perdí, no sabía donde estaba, por suerte ELLA me tuvo paciencia y caminó unos pasos detrás de mi, nos sentamos a descansar y al rato me llevó a un shopping.
Yo seguía ofuscado, cuando paró a comer no compré nada para mi, ni siquiera una cerveza.
A las 8 cuando llegamos al hotel, Analía bajó a preparar unos fideos y yo me acosté, dormí hasta el otro día.

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