Domingo 20 de mayo de 2012
Ayer fue un día larguísimo y cuando
en la madrugada llegamos al apartamento me puse a ver como haríamos
para llegar al aeropuerto de Beauvais, me acosté tardísimo y esta
mañana al despertarme Analía a las 7 para aprontarnos con tiempo
para volar a Hungría no podía con mi vida, ni la ducha ni el café
bien caliente lograron despabilarme mucho, recién el aire frío de
la mañana vacía y silenciosa de domingo en París logró
despertarme. (no se si todas las mañanas de domingo en París son
silenciosas, ésta lo fue, además está el detalle que es la única
mañana de domingo que he visto en mi vida en Paris je je).
El plan para llegar a la empresa de
ómnibus que nos llevaría a Beauvais consistía en tomar tres
metros, ya les dije que con el mapa de metro en la mano es muy fácil
ir de un lugar a otro, así que salimos muy distendidos porque nos
sobraba mucho tiempo.
En la parada Charles Michels a una
cuadra del apartamento tomamos la línea 10 con destino a Gare
d'Austerlitz, 2 paradas más allá en La Motte Picquet Grenelle nos
bajamos para tomar la línea 8 hasta Concorde, perfecto, apenas
bajamos vino el 8 y felices hasta Concorde, cuando nos bajamos en esa
parada para esperar la línea 1 que nos llevaría hasta el ómnibus
empezamos a caminar para encontrar el lugar dentro de esa parada
donde se subía a la línea 1, hay terminales donde paran muchos
trenes y son muy grandes, puedes caminar fácil un par de cuadras por
debajo de la tierra y ésta es justamente una de esas; cuando íbamos
por el corredor correcto hacia la plataforma del tren 1 una valla de
seguridad nos detuvo y decía: prohibido el paso, disculpe los
inconvenientes, la línea 1 estará fuera de servicio hasta las 10 y
el ómnibus se iba a las 9 y 45 ¡HORROR! Plan B, ¡ups! No teníamos
previsto este inconveniente, no había plan B, pero ta, moverse en
París es muy simple, era mirar el mapa, moverse un poco por los
trenes y listo, pero ¡NO! Al mirar el mapa vemos que por la parada
Porte Maillot que es a donde queremos ir solo pasa la línea 1 y la
línea de trenes C que hacen recorridos más largos, Ahí si comenzó
el cagaso, ¿y ahora? Buscamos por donde pasa la línea C y vimos
que tomando el metro 8, a tan solo una parada, en Les Invalides
pasaba.
Llegamos allí y leímos en los
monitores que el próximo pasaba a las 9 y 32, no llegábamos a
nuestro destino a las 9 y 45, ¡mierda!
Nos sentamos a esperar, eran las 9, con
tiempo ocioso nos pusimos a ver nuestras alternativas y recordamos
que en la página de la empresa de ómnibus decía que salía
bastante seguido, siempre están saliendo ómnibus llevando gente al
aeropuerto, esto nos tranquilizó un poco además del hecho de que el
vuelo salía recién 12 y 45.
Pasó el tren a las 9 y media y en 15
minutos nos dejó en Porte Maillot, como el recorrido era corto
podíamos usar los tiquets de metro pero lo íncreíble es que no
podía salir de la estación si en la puerta de salida no pasaba el
tiquet por el sensor, yo había arrollado mi tiquet y no lo
encontraba, no tenía por donde saltar o por donde agacharme, probé
con el de Analía y quedé encerrado entre dos puertas, ¡uy!
Revolví los bolsillos, apareció la pelotita de cartón, la estiré,
la máquina valido mi salida y después de 5 segundos eternos me
abrió la puerta. Caminamos hasta encontrar la pequeña terminal de
ómnibus, sacamos los boletos y vimos que había un ómnibus proo
para salir, nos subimos y empezamos a tranquilizarnos.
Ya en el aeropuerto con el tiempo
justo, nos zampamos la última baguette y un par de café con leche,
hicimos el embarque, caminamos por el estacionamiento de los aviones
y a través de un camión escalera subimos al avión; para ser un
vuelo de 9,99 euros no podíamos pedir mucho más; Analía pudo
dormir un poco y yo me dediqué a escribir (vengo muerto, porque le
saco horas al sueño para escribir), faltando media hora el avión
empezó a sacudirse tanto que pensé que era obvio, por ese precio no
te pueden llevar vivo de un lugar a otro en avión, pero no, el bicho
aterrizó sin problemas.
Primer sorpresa agradable del día
domingo, al bajarnos sentimos el sol en nuestra cara y una
temperatura absolutamente agradable, tuvimos que quedarnos en manga
corta porque hacía bastante calor, Hungría nos recibió muy bien.
Por 30 euros nos ofrecían llevarnos al
centro pero ya teníamos todo estudiado y decidido, usaríamos el
transporte público, primero un ómnibus desde el aeropuerto hasta la
estación de metro y luego el metro hasta el centro, en Pest, donde
alquilamos el apartamento. Una hora más tarde y 70 pesos uruguayos
más pobres (10 HUF = 1 peso) estábamos saliendo de la estación del
metro con un mapa en la mano para llegar al apartamento, a 3 cuadras
lo encontramos; Tamás Kis, nuestro contacto, nos esperaba en la
puerta del edificio, un hombre flaco, de unos 55 años y
absolutamente inexpresivo, su inglés es como el de Analía, con la
diferencia que es entreverado con húngaro y no tiene toda la
pomposidad y gestualidad de ella, por lo tanto no pudimos sacarle
mucha información.
El edificio está en pleno centro, es
viejo, no me gustó casi nada la entrada y mientras subía las
escaleras (¡3 pisos de 29 escalones cada uno!) la sensación de
inseguridad se me metió por todos los poros, cuando abrió la puerta
del apartamento y vi que el monoambiente estaba muy prolijo, limpio y
moderno me tranquilicé bastante, no tengo acceso a internet, mi
xubuntu detecta 16 redes pero todas están con clave, así que mañana
veré como me comunico.
Fuimos al baño, nos pusimos ropa
cómoda, primer día que uso las chancletas, y salimos como locos a
la calle a buscar una Coca helada, el viaje nos mató; a la vuelta de
la esquina un almacén, coca de 1 litro, unos pancitos de ajo y queso
y a la calle; al frente del almacén una plaza, temperatura ideal,
nos tiramos en el pasto a mirar bailar salsa a un montón de gente
super divertida (es domingo), la gente se ve que es de una academia
porque la gastaban, por supuesto los únicos que entendíamos las
letras de las canciones estoy seguro que éramos nosotros dos; la
coca nos recuperó un poco y nos pusimos en pie para recorrer, todo
muy limpio, prolijo, pero es como andar por Montevideo un domingo,
todo muy pero muy tranqui; a las 5 cuadras, después de un par de
fotos al Danubio (asociación de ideas: ¿cómo habrá salido el
clásico?) nos miramos y nos dimos cuenta que no nos podíamos mover,
cero energía, volvimos por una de las lindas peatonales, nos
sentamos en una especie de pasiva en medio de una plaza, pedimos una
piza y una jarra de medio litro de cerveza cada uno (sensación
térmica: espectacular ).
Un tipo empezó a tocar el saxo en la
plaza, paradito a unos 15 metros de nuestra mesa, la jarra de la
cerveza por la mitad y aquellas notas que se me empezaron a meter por
todos los costaditos del alma, casi me pongo a llorar, así que apuré
la cerveza, le pregunté a Analía que quería hacer y me dijo que no
podía más, que tenía que ir a dormir (¡menos mal!), si es lo que
quieres entonces allá vamos.
Me acosté más o menos a las 8 y a las
12 de la noche me desperté, me levanté para ver si enganchaba
alguna red wifi abierta pero no, así que estoy terminando de
escribir esto y mirando una guía para ver que hacemos mañana, los
tours son todos en inglés, no hay nada en español, leo de un
mercado de comidas de varios pisos, la última oración dice: “ It
is not an easy ride, but an experience hard to forget” después de
todo el queso que he comido, con las consecuencias esperadas, (dijo
Joquín en la oficina: 4 dedos... pero de ancho) no siento que un
mercadito me asuste.
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