lunes, 21 de mayo de 2012

Bienvenidos a Budapest


Domingo 20 de mayo de 2012

Ayer fue un día larguísimo y cuando en la madrugada llegamos al apartamento me puse a ver como haríamos para llegar al aeropuerto de Beauvais, me acosté tardísimo y esta mañana al despertarme Analía a las 7 para aprontarnos con tiempo para volar a Hungría no podía con mi vida, ni la ducha ni el café bien caliente lograron despabilarme mucho, recién el aire frío de la mañana vacía y silenciosa de domingo en París logró despertarme. (no se si todas las mañanas de domingo en París son silenciosas, ésta lo fue, además está el detalle que es la única mañana de domingo que he visto en mi vida en Paris je je).
El plan para llegar a la empresa de ómnibus que nos llevaría a Beauvais consistía en tomar tres metros, ya les dije que con el mapa de metro en la mano es muy fácil ir de un lugar a otro, así que salimos muy distendidos porque nos sobraba mucho tiempo.
En la parada Charles Michels a una cuadra del apartamento tomamos la línea 10 con destino a Gare d'Austerlitz, 2 paradas más allá en La Motte Picquet Grenelle nos bajamos para tomar la línea 8 hasta Concorde, perfecto, apenas bajamos vino el 8 y felices hasta Concorde, cuando nos bajamos en esa parada para esperar la línea 1 que nos llevaría hasta el ómnibus empezamos a caminar para encontrar el lugar dentro de esa parada donde se subía a la línea 1, hay terminales donde paran muchos trenes y son muy grandes, puedes caminar fácil un par de cuadras por debajo de la tierra y ésta es justamente una de esas; cuando íbamos por el corredor correcto hacia la plataforma del tren 1 una valla de seguridad nos detuvo y decía: prohibido el paso, disculpe los inconvenientes, la línea 1 estará fuera de servicio hasta las 10 y el ómnibus se iba a las 9 y 45 ¡HORROR! Plan B, ¡ups! No teníamos previsto este inconveniente, no había plan B, pero ta, moverse en París es muy simple, era mirar el mapa, moverse un poco por los trenes y listo, pero ¡NO! Al mirar el mapa vemos que por la parada Porte Maillot que es a donde queremos ir solo pasa la línea 1 y la línea de trenes C que hacen recorridos más largos, Ahí si comenzó el cagaso, ¿y ahora? Buscamos por donde pasa la línea C y vimos que tomando el metro 8, a tan solo una parada, en Les Invalides pasaba.
Llegamos allí y leímos en los monitores que el próximo pasaba a las 9 y 32, no llegábamos a nuestro destino a las 9 y 45, ¡mierda!
Nos sentamos a esperar, eran las 9, con tiempo ocioso nos pusimos a ver nuestras alternativas y recordamos que en la página de la empresa de ómnibus decía que salía bastante seguido, siempre están saliendo ómnibus llevando gente al aeropuerto, esto nos tranquilizó un poco además del hecho de que el vuelo salía recién 12 y 45.
Pasó el tren a las 9 y media y en 15 minutos nos dejó en Porte Maillot, como el recorrido era corto podíamos usar los tiquets de metro pero lo íncreíble es que no podía salir de la estación si en la puerta de salida no pasaba el tiquet por el sensor, yo había arrollado mi tiquet y no lo encontraba, no tenía por donde saltar o por donde agacharme, probé con el de Analía y quedé encerrado entre dos puertas, ¡uy! Revolví los bolsillos, apareció la pelotita de cartón, la estiré, la máquina valido mi salida y después de 5 segundos eternos me abrió la puerta. Caminamos hasta encontrar la pequeña terminal de ómnibus, sacamos los boletos y vimos que había un ómnibus proo para salir, nos subimos y empezamos a tranquilizarnos.
Ya en el aeropuerto con el tiempo justo, nos zampamos la última baguette y un par de café con leche, hicimos el embarque, caminamos por el estacionamiento de los aviones y a través de un camión escalera subimos al avión; para ser un vuelo de 9,99 euros no podíamos pedir mucho más; Analía pudo dormir un poco y yo me dediqué a escribir (vengo muerto, porque le saco horas al sueño para escribir), faltando media hora el avión empezó a sacudirse tanto que pensé que era obvio, por ese precio no te pueden llevar vivo de un lugar a otro en avión, pero no, el bicho aterrizó sin problemas.
Primer sorpresa agradable del día domingo, al bajarnos sentimos el sol en nuestra cara y una temperatura absolutamente agradable, tuvimos que quedarnos en manga corta porque hacía bastante calor, Hungría nos recibió muy bien.
Por 30 euros nos ofrecían llevarnos al centro pero ya teníamos todo estudiado y decidido, usaríamos el transporte público, primero un ómnibus desde el aeropuerto hasta la estación de metro y luego el metro hasta el centro, en Pest, donde alquilamos el apartamento. Una hora más tarde y 70 pesos uruguayos más pobres (10 HUF = 1 peso) estábamos saliendo de la estación del metro con un mapa en la mano para llegar al apartamento, a 3 cuadras lo encontramos; Tamás Kis, nuestro contacto, nos esperaba en la puerta del edificio, un hombre flaco, de unos 55 años y absolutamente inexpresivo, su inglés es como el de Analía, con la diferencia que es entreverado con húngaro y no tiene toda la pomposidad y gestualidad de ella, por lo tanto no pudimos sacarle mucha información.
El edificio está en pleno centro, es viejo, no me gustó casi nada la entrada y mientras subía las escaleras (¡3 pisos de 29 escalones cada uno!) la sensación de inseguridad se me metió por todos los poros, cuando abrió la puerta del apartamento y vi que el monoambiente estaba muy prolijo, limpio y moderno me tranquilicé bastante, no tengo acceso a internet, mi xubuntu detecta 16 redes pero todas están con clave, así que mañana veré como me comunico.
Fuimos al baño, nos pusimos ropa cómoda, primer día que uso las chancletas, y salimos como locos a la calle a buscar una Coca helada, el viaje nos mató; a la vuelta de la esquina un almacén, coca de 1 litro, unos pancitos de ajo y queso y a la calle; al frente del almacén una plaza, temperatura ideal, nos tiramos en el pasto a mirar bailar salsa a un montón de gente super divertida (es domingo), la gente se ve que es de una academia porque la gastaban, por supuesto los únicos que entendíamos las letras de las canciones estoy seguro que éramos nosotros dos; la coca nos recuperó un poco y nos pusimos en pie para recorrer, todo muy limpio, prolijo, pero es como andar por Montevideo un domingo, todo muy pero muy tranqui; a las 5 cuadras, después de un par de fotos al Danubio (asociación de ideas: ¿cómo habrá salido el clásico?) nos miramos y nos dimos cuenta que no nos podíamos mover, cero energía, volvimos por una de las lindas peatonales, nos sentamos en una especie de pasiva en medio de una plaza, pedimos una piza y una jarra de medio litro de cerveza cada uno (sensación térmica: espectacular ).
Un tipo empezó a tocar el saxo en la plaza, paradito a unos 15 metros de nuestra mesa, la jarra de la cerveza por la mitad y aquellas notas que se me empezaron a meter por todos los costaditos del alma, casi me pongo a llorar, así que apuré la cerveza, le pregunté a Analía que quería hacer y me dijo que no podía más, que tenía que ir a dormir (¡menos mal!), si es lo que quieres entonces allá vamos.
Me acosté más o menos a las 8 y a las 12 de la noche me desperté, me levanté para ver si enganchaba alguna red wifi abierta pero no, así que estoy terminando de escribir esto y mirando una guía para ver que hacemos mañana, los tours son todos en inglés, no hay nada en español, leo de un mercado de comidas de varios pisos, la última oración dice: “ It is not an easy ride, but an experience hard to forget” después de todo el queso que he comido, con las consecuencias esperadas, (dijo Joquín en la oficina: 4 dedos... pero de ancho) no siento que un mercadito me asuste.

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