Sábado 19 de mayo de 2012
Con la adrenalina al mango en el
ómnibus que me lleva al aeropuerto de Beauvais, (después les cuento
por qué) les hago la historia del día de ayer, hoy ya es domingo y
estoy dejando París.
Mi mañana comenzó muy dulce y
tranquila, Analía me despertó a eso de las 10 (if you know what I
mean), la ducha obligada para comenzar el día después de desayunar
y a la calle.
Los planes que hicimos el viernes de
noche fueron: ir a las catacumbas y después de ahí tomar el metro
hasta el cementerio de le peré, sugerencia de Fernando Wilkins en el
face para visitar la tumba de Jim Morrinson.
A eso de las 11 y media llegamos a las
catacumbas, la cola parecía larga, así que comenzamos a caminar en
sentido contrario para llegar al final, pues bien, dimos vuelta la
manzana y el final estaba muy pero muy cerca del principio, un
cálculo rápido de los pies que había por metro lineal, la
distancia ocupada por la cola, los carteles que explicaban que cada
visita dura 45 minutos y no pueden entran más de 200 personas por
visita y que la última entrada es a las 4 porque a las 5 cierran las
puertas, nos dio rápidamente la idea de que aunque tuviéramos
paciencia era muy probable que perdiéramos toda la tarde parados
haciendo nada para no poder entrar.
Con este panorama pasamos al plan B, ir
hasta el cementerio de le peré, pero con una pequeña variante:
agarrar el mapa e ir a pie (nota: si se me ocurre otra vez algo así
martillarme los huevos antes de hacerlo), caminamos unas tres horas
por París, fuera del circuito turístico y pudimos apreciar un París
tranquilo, arreglado, de veredas muy anchas, muchos árboles, mamás
con sus niños, algunos (muy pocos) bichicomes sin sus perros (a ver
si se entiende, muy pocos bichicomes, todos ellos sin perros), muchas
motos grandes pasando rápido por las calles y muchas bicicletas.
Intentamos alquilar unas bicis, están estacionadas por todo París
trancadas a un poste, las puedes sacar con una tarjeta que te emite
la máquina que está al lado de cada estacionamiento de bicicletas,
pero la transacción se lleva a cabo si pones tu tarjeta de crédito
para que en caso de no devolver la bici te descuenten 150 euros, así
que como no estamos acostumbrados a dejar depósitos y menos a una
máquina francesa no lo hicimos y seguimos caminando. (nota 2: no
importa el depósito, ¡la próxima alquila la puta bici!).
Por el camino pasamos por el monumento
a la toma de la bastilla que está frente a la opera de París, o
viceversa, justo coicidimos con un desfile callejero bien organizado
al estilo de un carnaval nuestro, pero cada agrupación tenía un
estilo musical diferente, estuvimos un rato mirando, aprovechando
para descansar. A poco de seguir nos topamos con una feria no muy
grande, de artistas, pero los cuadros aunque muy bonitos algunos de
ellos eran caros para nosotros, nada bajaba de 50 o 60 euros, así
que seguimos tranquilos caminando.
Encontramos un supermercado bastante
grande que más que supermercado parecía una gran heladera gigante,
ahí compramos vino, más queso, agua, saca corcho, postres, una gran
tableta de chocolate y un par de ensaladas envasadas, una de tomate,
queso y albaca y otra de trigo bourñol, con el almuerzo listo
(porque ya teníamos un hambre bárbaro) seguimos hacia el
cementerio.
No es nuevo lo que voy a escribir pero
la verdad es que París es divino, vimos también en la calle
estacionamientos sobre el cordón para autos eléctricos, hay un
poste de metal donde sacas un cable y enchufas tu auto, los autos
dicen algo así como auto azul, cero polución, le saqué varias
fotos a uno de ellos que estaba enchufado.
Con las piernas y los pies derruidos
llegamos al cementerio, no he estado en muchos de ellos, así que me
sorprendió su tamaño y me pareció, si es que el adjetivo le cabe a
un cementerio, hermoso.
No compramos el mapa del cementerio que
una muchacha ofrecía a la entrada del mismo por 2,50 euros, entonces
le sacamos una foto al mapa dentro del cementerio, ese que dice: Ud.
está aquí y nos guiamos mirando la foto. Mientras buscábamos la
tumba de Jim Morrinson nos sacamos varias fotos, cuando la
encontramos me saqué una foto para Fernando y emprendimos el regreso
porque teníamos muchas ganas de sentarnos a comer, antes grabamos un
pequeño video también para Fernando pero me quedó de 128 Megas,
así que no se lo voy a poder enviar por e-mail como pensaba.
De más está decir que el regreso lo
hicimos en metro, (mierda, no veo nada, ya voy en el avión hacia
Budapest y el sol refleja muchísimo sobre la capa de nubes que
tenemos debajo y el que va en la ventanilla no baja la persianita)
el destino: pont d'art, el puente donde los artistas iban a pintar,
está frente al Louvre, es de madera y es peatonal, como anécdota
sus barandas que son de una malla de alambre muy grueso están
abarrotadas de candados, cada pareja que se jura amor eterno y tiene
ganas pone un candado allí y tira las llaves al Sena, nosotros
decidimos que un candado de 5 euros excedía nuestro presupuesto así
que ante la asombrada mirada de todos los turistas y parisinos nos
sentamos contra la baranda en medio del punte, mirando el sena y
armamos nuestro picnic; descorché la botella de vino, sacamos el
queso y las ensaladas, brindamos y comimos locos de felices bajo una
garúa constante que ni mella nos hizo, el poder del amor y el vino
es más poderoso que el de la lluvia; terminamos de comer y seguimos
con el vino, pero se nos acercó una pareja de policías y nos dijo
que estaba prohibido tomar en la vía pública, así que llené las
tacitas de plástico y guardé lo que quedaba en la mochila.
Regresamos al apartamento riéndonos a carcajadas y bastante
entonados, eran cerca de las nueve.
Nos duchamos, descansamos un rato,
Analía habló por skype con su familia como una hora y a las 10 y
media de la noche fuimos a caminar por la avenida champs elise para
despedir a París, Cenamos en el barrio latino, ¿les dije que la
movida de este lugar es increíble? y nos despedimos de París.
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