viernes, 25 de mayo de 2012

Perdí la compu

Miércoles 23 de mayo de 2012

Son las 10 de la mañana, estoy desayunando y Tamás no ha dado señales de vida, supongo que espera que me meta a la ducha, o tal vez solo sea que se ha encariñado con nosotros, hace mucho que tiene huéspedes y ninguno se había dado cuenta de su pasado como agente de la KGB.
Me ducho, hace 2 horas que trato de aprontar las valijas, las jarras de cerveza me pegan fuerte en toda mi cabeza, desnudo hago el baile del gorila de lomo plateado y ni siquiera obtengo un arqueo de cejas de ELLA, por lo menos se que Tamás debe estar destornillándose de risa (tengo que adelgazar, el baile de la panza está bien, pero cuando es acompañado por el baile de las tetas es que tu índice de masa corporal se ha elevado a registros peligrosos).
Son las 11.
- ¿Salimos?
- ¿Ahora? Hace una hora y media que estoy pronta, mejor esperamos acá para entregar las llaves a las 12 e irnos.
- Ok, como quieras (le añado a la danza del gorila sonidos guturales, cero resultados, debo estudiar mis técnicas).
Son las 12, ni un atisbo de un pelo de Tamás, bajamos, esperamos en el hall, nada.
Analía manda un mensaje de texto, a los 3 minutos aparece Tamás, lo abrazamos, le decimos cosas cariñosas, le agradecemos por todo y nos despedimos.
Tamás dice: “I hope you come back”, le doy la mano y le agradezco, le digo que voy a poner en TripAdvisor que su apartamento de Sas Utca 9, Floor 3, es el mejor de toda Hungría, me mira a los ojos, el sabe que yo se que voy a Viena porque él quiso.
Caminamos por Budapest con las valijas, una última mirada, nos rompimos la boca con unos helados y un postre y buscamos el metro rumbo a la estación de ómnibus.
Es evidente que en ómnibus viajan los pobres y los pobres turistas de países en vías de desarrollo, la terminal es pedorra, como si les importara un comino la gente que viaja en ómnibus, tan es así que le pregunté a cada chofer de los andenes 1 al 23 a ver si iban a Viena, al fin lo encontré, cargó nuestro equipaje en la bodega y como si fuera el Conejo manejando el Rutas del Sol dijo: “up”. No nos dieron asiento, claro que no fue un problema, 40 asientos para 20 pasajeros son suficientes.
El chofer arrancó puntual a las 15:30, tomó el micrófono y dijo cosas... en húngaro.
Me estaba por dormir y veo un cartel que dice WiFi, se que COT da el servicio pero como estamos tal lejos.
Prendo la netbook, mi xubuntu levanta en un santiamén y voilá, tengo acceso a la red de redes. Decido terminar de escribir lo del día anterior y publicarlo, escribo, publico y mis ojos se me cierran; Analía me pide la compu, se la doy, me acomodo para dormir (los ómnibus son muchísimo más cómodos que los aviones, estoy pensando en volver a Uruguay en ómnibus).
Al instante me da la compu porque dice que no hay conexión, la mochila está en el piso y el bolsillo de red que está en la parte de atrás del respaldo de cada asiento es muy tentador, la pongo ahí, pienso: ¡qué peligro! ¡me la voy a olvidar! y caigo en un sueño profundo.
¡Despierta! ¡despierta! llegamos a Viena (ni un solo cartel en inglés).
A la pucha, despelote, de un vistazo te das cuenta que es una ciudad muy grande y con mucho movimiento, se ven los Skooda que se veían en Hungría, además de los Mercedes, los BMW, los Audi, los Wolkswagen y los Porsche, aquí hay plata.
El ómnibus entra a la terminal, también es pedorra y Analía saca la carpeta con las hojas A4 impresas con el metro que nos tenemos que tomar y la dirección y el mapa para llegar al hostel.
Agarro mi mochila, ella la suya y bajamos, esperamos que el chofer abra la bodega y sacamos nuestras valijas.
Salimos a la calle, dentro de la Bus Station no vimos un cartel que indicara donde está la estación de metro, además del pequeño detalle de que todo está en alemán.
Cruzamos la calle, vimos un ascensor y nos metimos, más por novelería que por otra cosa, como en Rocha no tenemos.
¡Despelote! La estación del metro que está debajo es gigante, lo primero que nos llama la atención es que no hay molinetes, cada tanto una maquinita en los accesos hacia las plataformas de los metros pero nada más, y como en todos los metros las máquinas expendedoras de tickets.
Estamos en eso de comprar los boletos y se nos acerca un hombre y nos dice que ya se va, que tiene un boleto y nos lo puede dar, lo aceptamos y compramos otro, 2 euros sale el boleto, miramos a la gente a ver que hacía con los boletos y cada uno pasa por una de esas máquinas que les nombre y valida el boleto. ¿qué es validar el boleto? La máquina no es otra cosa que una impresora, que le imprime al boleto la fecha y la hora.
Caminamos un rato por ahí abajo buscando la línea U3 con destino a (innombrable) y nos dispusimos a esperar, las pantallas indicadoras decían que el próximo U3 pasaba en 2 minutos, y así fue.
Unos 15 o 20 minutos más tarde nos bajamos en la parada (también innombrable) que Analía tenía anotada, el plano muy fácil de leer, a 2 cuadras está el hostel, el detalle que no te das cuenta en el plano es que cuando sales del metro lo haces en el cruce de 2 avenidas pelotudas con un movimiento impresionante, muchos autos, mucha gente, además como es una estación muy grande hay salidas a la calle por las 4 esquinas, ¿me explico? ¿cómo sabes en que dirección tienes que arrancar?
Lo usual, haces una cuadra en cualquier dirección y miras el nombre de la calle, luego cotejas con el mapa (procedimiento lento) y te ubicas.
Eso hicimos y en 2 minutos, asombrados por el movimiento de la ciudad, estábamos en la puerta del Happy Hostel de Viena.
La recepcionista un amor, le pedimos que hablara en inglés despacio y así lo hizo, una genia, toda la disposición, nos explicó el funcionamiento del lugar, donde hay un super cercano, donde se puede tomar algo y nos dio un montón de folletos y un mapa del centro muy prolijo y fácil de entender. Nos dijo que las 2 computadoras de la recepción son para uso de los huéspedes y yo le pregunté por el WiFi, me dijo que si había y me dio en un papelito la clave: “bolangala”.
Nos acompañó hasta la puerta de la habitación 14, después de caminar por 2 corredores y subir una escalera y ¡oh! ¡sorpresa! ¡qué lindo!, esperaba una habitación y en realidad es como un apartamento, tiene 3 habitaciones numeradas como 14a, 14b y 14c, una cocina, un baño y un duchero, todo muy prolijo y limpio, nuestra habitación es amplia y está muy linda, tiene un sofá, mesa, ropero, mesita con tele y la cama de 2 plazas, quedamos muy contentos con nuestra primera impresión del lugar.
La chica se fue, aprovechamos para ir al baño y fuimos hasta el super a comprar agua, leche, pan, fiambre, manteca y yogur.
Al volver al hostel agarré la mochila para sacar la netbook para probar la conexión, ¡no está!, Analía piensa que bromeo y yo en el acto supe donde la había dejado, corro hacia la recepción y le explico a la muchacha lo que me pasó y que necesito que ella llame porque no me manejo bien con el inglés.
Un huésped rumano que escuchaba lo que estaba pasando me sugirió que me apresurara y fuera hasta la terminal de ómnibus a ver si el ómnibus no se había ido de vuelta para Budapest.
La chica llama, el tiempo pasa, tararea la música que le pasan por el teléfono hasta que al fin la atienden, explica la situación y le contestan que el ómnibus ya partió hacia Budapest y que ahí no hay nada, además que la empresa es húngara y en la terminal no tiene agencia, que llame a Hungría. Son las 8 y cuarto de la noche.
La chica llama pero ni en alemán ni en inglés le entienden y le cortan, el rumano dice que habla húngaro y se ofrece a hacer la llamada, llama y nunca lo atienden, dice que es la hora en que el personal se va de la agencia y que hasta mañana no nos van a atender.
Voy hacia el metro para volver a la estación de autobuses, llego y están cerrando la puerta, me meto igual y le explico a la mujer lo que me pasa, con muy pocas ganas me dice lo mismo que le dijeron a la chica por teléfono. Vuelvo al hostel puteando en todos los idiomas que he escuchado incluso en latín, una bronca, amargura, frustración que no me dejaban pensar.
Analía me dejó que puteara tranquilo pero cuando empecé a buscar un culpable que no fuera yo, y la única que estaba era ella, y le eché en cara que para que había pagado los boletos del metro si nadie controla nada y podemos viajar gratis, me paró en seco.
Después de hacerme razonar que antes de salir de viaje yo había respaldado toda la información y que la única pérdida era la compu en si y que hay cosas realmente graves, o no tanto, que no se pueden solucionar con dinero como esto, me tranquilizó y me dijo, le voy a mandar un mensaje a Tamás para que nos ayude.
Llegamos al hostel, le escribimos un mail a Tamás explicándole todo, le pasamos los números de ticket de viaje, a que hora salimos, a que hora llegamos, todo y además un sms para que leyera el mail inmediatamente.
Tamás hizo un montón de llamadas, nos envió por lo menos 6 mensajes y nos dijo que lo volvería a intentar al día siguiente, que esperáramos su llamada, nosotros además mandamos un mail a la empresa.
Nos duchamos y salimos a caminar un rato para despejarnos, que vida que tiene esta ciudad, mucha gente por todos lados, muchos boliches con gente tomando, muchos comercios, muchas tiendas, el lugar donde estamos es precioso, decidimos volver a dormir para comenzar temprano al otro día.

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