Viernes 18 de mayo de 2012
Si si, ya lo se, tengo que subir alguna
foto, es que o escribo o subo fotos, así que me voy a saltear algún
día de relato y me voy a poner con las fotos, es que cuando vuelva a casa y vaya a comer un asado a lo del Rapha o a lo de Josega no quiero atosigarlos con historias, así que se las dejo para que la lean y nos dedicamos al vino que es más lindo.
Hoy bajamos al super, buscamos un
quesito de cabra que nos recomendaron unas chilenas, compramos un par
de flautas, fiambre, yogurt, agua y una buena ensalada; nos armamos
un desayuno y una vianda espectacular; a las 11 arrancamos para la
parada del tren con destino a Versalles, en el desayuno hicimos un
despliegue de mapas y prendimos la compu ya que Versalles está a
unos 40 kilómetros de París y teníamos que ver cual era la forma
de llegar en el transporte público.
Google es tu amigo y los mapas que te
dan en las entradas de los metros donde venden los tickets son muy
claros, así que caminamos 3 cuadras hasta la parada Javel y nos
tomamos un tren de la línea C con destino a Versalles-Rive Gauche,
el tren es cómodo y va bastante rápido, supongo que muy cerca de
los 100 kms por hora, así que no demoramos más de 45 minutos, en
algunas paradas se detiene y está un rato largo quieto, supongo que
será porque tiene hora de salida y no se puede adelantar.
Llegamos a la estación final y había
un sinfín de empresas ofreciendo tours, nosotros habíamos decidido
hacerlo por nuestra cuenta así que salimos a la calle a ver para
donde había que caminar; el primer comentario que le hice a Analía
es que tonto y rural como siempre pensé que me iba a encontrar con
campo, porque la guía del paseo del día anterior había comentado
que Luis XIV se había mudado a la campiña en Versalles, obvio que
así era en 1700 pero hoy es todo ciudad, entonces sin poder ver un
puto árbol donde poder hacer pichí (parece una boludés pero el
baño cuando estás viajando se convierte muchas veces en una
prioridad) intentamos localizar el símbolo internacional del baño y
por suerte frente a la estación del tren había terrible M amarilla,
en McDonald's se come chatarra pero se mea de maravilla.
Seguimos a la gente y al dar vuelta una
esquina a las 2 cuadras de la estación nos encontramos con la casita
de Luis XIV en lo alto como a 500 metros, como tengo una vista muy
aguda pude verla, el Palacio del Louvre mide 700 metros de largo y
este pibe dijo: “ En esta pocilga no quiero vivir, no hay espacio
para mis caballos, me voy para Versalles”, así que mandó agrandar
el palacio de veraneo y arreglar los jardines para albergar su corte
y sus más de 1000 caballos, ¡imagínense el despelote que es
Versalles!
Para entrar al Palacio (además de
cobrarte) había una cola de unas 1000 personas, traducido en tiempo
supongo que unas 3 horas para llegar a la puerta, nosotros caminamos
por afuera, vichamos por las ventanas y entramos directamente a los
jardines del palacio con el mapita que sacamos (estaban para sacar
che) del centro de información turística, son apenas 800 hectáreas
los jardínes de Versalles de las cuales no tengo idea cuantas están
parquizadas ahora, pero son muchas, muchas, muchísimas. Nos metimos
por los jardines, absolutamente simétricos y entendimos un poquito
por qué el pueblo francés se reveló contra el poder feudal, la
verdad, asombroso, un despelote, increíble lo que son los jardines y
eso que hoy los podan con máquinas eléctricas.
Caminamos como pigmeos en el Kalahari,
obvio que la mochila con la botella de agua, la cámara de fotos, el
abrigo de ella y algunos que otros enseres la llevaba yo, pero eso no
es más que otro detallecito de los miles que tengo para contar :)
Disfrutamos mucho, cuando salía el sol
se ponía caluroso, pero no fue problema, al astro rey desde que
estamos en París lo hemos visto en total 15 minutos, siempre está
totalmente nublado.
Llegó el momento de regresar y lo
hicimos hasta Notre Dame, no vimos a Quasimodo ni Esmeralda pero esta
Catedral construida en 1140 es otro despelote, te cobran para subir
pero no para recorrerla adentro y por si no les comenté como todo
aquí, si tienes menos de 26 años y eres ciudadano o residente de la
Unión Europea entras a todos pero absolutamente todos los lugares
gratis.
De Notre Dame caminamos hasta los
Jardines de Luxemburgo y en el camino compramos algunas chucherías
de recuerdo, ya no podía mover un pie así que tomamos un metro y
volvimos al apartamento a descansar un rato y pegarnos una ducha,
llegamos a eso de las 7 y media.
A las 9 volvimos a salir caminando
donde a los pies de la torre nos tomamos el barco para hacer el paseo
por el Sena; está lindo ver París desde el río de noche pero no es
la gran cosa, comparado con los otros paseos si están cortos de
tiempo este se lo pueden saltear sin quedarse con pena.
Al regreso nos volvimos a sacar fotos
abajo de la torre pero esta vez de noche y toda iluminada, esto si es
gratis y no se lo deben perder. Nos comimos unos creps con una
cerveza de camino al apartamento y llegamos muertos, seguíamos
caminando, puffffffffff. Luego skype con mi familia, una ducha y a
la cama donde ¿a qué no saben quien dormía como un Lirón?
Exacto, acertaron.
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